lunes, 8 de enero de 2018

INTROSPECCIÓN

Recuerdo lo que durante mucho tiempo fue el peor día de mi vida. Quizás a otras personas  no les parezca tan malo, pero esa es mi sensación al echar la vista atrás hoy por hoy. Fue el 1 de abril de 2010, ese día me marche de la casa donde había intentado hacer realidad un sueño precioso, crear una familia. Dejé atrás dos hijas de 9 y 3 años y una mujer a la que quise como jamás he querido a nadie y que nunca volveré a querer. No puedo olvidar aquella imagen al marcharme con una maleta enorme y una mochila, mis hijas jugando con sus primos sin darse cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo, mientras dentro de casa mi mujer tumbada en la cama lloraba, tanto por la pérdida reciente de la mujer a la que cuidaba, como por mi marcha, deseada por ella. Ese día me sentí abandonado, triste, solo y conviviendo con tantas emociones desoladoras que hicieron que jamás pueda olvidar aquel momento. Han pasado más de siete años, llenos de momentos malos y difíciles de hacer entender con palabras, cada vez que veía a mis hijas marcharse, el dolor que sentía era tan fuerte que deseaba morir y no me importaban las consecuencias que ello traería, tanto para las niñas como para su madre, mi familia y amigos, los cuales poco a poco fui perdiendo, es más, conocí gente nueva y también los perdí. Más de una vez tome pastillas sin control acabando en el hospital, despertándome sobre la camilla de un box, flotando y enterándome de muy poco, pero lo importante era que estaba cuidado por alguien que era lo que necesitaba en aquel momento. La autolesión era otra manera de terminar en el hospital siendo atendido por alguien y sintiéndome a gusto. Creo que nunca intenté quitarme la vida, salvo la primera vez que tome pastillas y acabe en  la costa tumbado en un banco, pasando un frio insoportable y escuchando como sonaba mi teléfono, ya que mande tres mensajes de despedida, aquella noche después de contestar a mi mujer y decir donde estaba, deseé morir y que todo acabara, pero no fue así, llegaron a tiempo, primero un policía y después mi sobrino con unos 17 años más o menos, gritando: “tío tío”, y tras el parte de mi familia, en ese momento ya estaba adormecido, pero me pude dar cuenta de la cara de tristeza, asombro y miedo de mi sobrino, su padre se me acerco y me preguntaba, ¿Qué estaba haciendo?, aunque también me daba ánimos. En el hospital estaba mi exmujer llorando, sin saber muy bien qué hacer y a saber que se la estaba pasando por la cabeza, me miraba como queriéndome decir porque estás haciendo esto o algo por el estilo, también estaba mí hermana y cuando la mire vi en su cara tristeza, impotencia y enfado. La verdad es que estaban allí conmigo, pero no como yo quería que estuvieran, que era atendiéndome y apoyándome tras lo que había hecho y el porqué. Llego la doctora y hablo dentro y fuera del box, mientras tumbado en la camilla los nervios me recorrían el cuerpo, pensando en que mi exmujer se alejaría mas de mí y mi sueño de volver con ella no ocurriría, que mi hermana descargaría conmigo toda la rabia que podía sentir. A partir de ese momento empecé a sentirme dentro de un círculo de emociones, como la culpa, el miedo, la desesperación, el arrepentimiento y otras tantas. Lo que tengo claro es que hoy lo que siento es culpa y tristeza. Un recuerdo que me cuesta evitar acordarme de él, es cuando viviendo en un sexto piso yo me balanceaba sentado en una silla y mirando hacia la ventana, sin pensar nada bueno. No fueron momentos agradables ya que las cosas no sabía porque las hacía y pensaba, y tan siquiera encontraba la ayuda necesaria que yo pedía, por parte de nadie, lo que me llevaba a estar más desesperado. Durante este tiempo conocí a tres mujeres con las que mantuve varias relaciones sentimentales, de las cuales no salió nada bueno ya que yo las estropeé con mis conductas. Son muchas cosas las que hice a los demás y a mí mismo y todo ello me llevó  a quedarme solo, con el único respiro de mis hijas, las cuales han conseguido que posiblemente hoy sea más fuerte y pueda estar escribiendo esto. Tres años en un centro de día y varios ingresos tanto en hospitales, fueron mi experiencia de la cual puedo sacar una reflexión: ojalá se invirtiera más dinero para ayudar a las personas con enfermedades o trastornos mentales y no en tantas tonterías como se hace. Vivir esta experiencia te abre los ojos y ves como cada persona es diferente y sufre las cosas de manera distinta o con más o menos intensidad pero siempre sufriendo y sin ver una salida a sus problemas. Después de esos tres años acudiendo al centro de día, llegué a un punto de conocimiento personal que me llevó a darme cuenta de todo lo que fui y soy, y así conseguir gestionar mi trastorno de personalidad, con el  que conviviré para siempre.
Ahora mismo estoy pasando una etapa de miedos, incertidumbre, tristeza y mas emociones que me están haciendo mucho daño;  la gestión de mi vida está siendo muy difícil y seguramente llegue a estar en el punto donde quiero llegar, pero, como en la primera fase de mi recuperación personal, no veo la manera de llegar a ese momento, con una diferencia, y es que antes, hacia todo lo que me decían y ahora soy yo el que decide aunque no sé por dónde empezar a reanudar mi vida y esto me está dañando de manera brutal, volviendo a sentir cosas del pasado, las cuales los profesionales me dicen que es normal y se pasarán y conseguiré volver a cumplir mis objetivos, unos objetivos que no veo, y aunque parezca contradictorio, no les veo por ver las cosas con la claridad suficiente para vivir en armonía con la persona que soy. Tanto tiempo siendo un muñeco sin rumbo, hace que ahora no sepa controlar mi estado de bienestar y lo esté pasando realmente mal. Sé que es complicado de entender todo esto pero hasta que no lo vives no te puedes poner en el lugar de la persona que lo está pasando, es decir yo. Tengo la esperanza de que lo mismo que me di cuenta de tantas cosas y recupere mi bienestar, también consiga darme cuenta de todo lo necesario para terminar de evolucionar y convivir el resto de mi vida con un yo conforme de cómo se siente y se comporta. Hoy estoy viviendo el día a día sin rumbo pero con un destino, en un barco a la deriva pero tiene motores que le pueden llevar a buen puerto, aunque esos motores tengo que encenderles pero no sé cómo. Son muchas las veces que dije o publiqué en redes sociales que ya estaba bien y que saldría adelante, todas ellas fueron precipitadas. Ahora no estoy bien, pero he llegado a conseguir  lo que quería y poco a poco conseguiré lo que quiero, aunque no lo veo, ahí esta la diferencia, antes me ilusionaba y celebraba cosas que no ocurrían y ahora no me ilusiono ni celebro nada, pero, sin darme cuenta todo lo que quiero está en camino igual que antes. Estoy desesperado por conseguir tantas cosas, tengo tanta prisa por llegar a donde yo quiero, de demostrarme quién soy y lo que valgo y porqué no, demostrárselo a los demás, aunque poco a poco lo van notando. Todo lo que estoy contando es un momento de inspiración positiva, en la cual me doy cuenta de las cosas y aprovecho a escribir ya que mañana o en un rato estaré hundido y con necesidad de no sentirme frustrado a cada momento. Espero y deseo que esta vez sea la definitiva, la que me haga llegar lejos o al menos al lugar que yo quiero. Sé que la gente se cansó de escucharme y leerme, pero ahora sí puedo decir que lo que estoy escribiendo, lo hago sabiendo lo que quiere decir cada frase, con su sentido común, el cual yo no tuve nunca y menos los últimos años.
Sé que hay gente que está esperando a que me disculpe, aunque no me perdonen o si, también hay quien no quiere ni que me disculpe, pero me da igual. El que lea esto entenderá que todo lo que ocurrió al convivir conmigo es parte de nuestra relación, sea del tipo que sea esa relación, por qué tengo que pedir perdón a personas que no entienden, que de manera no deseada, no gestioné mis emociones, y ello me llevó a esas conductas que terminaron con las relaciones personales. ¿Siempre que una persona se equivoca pide perdón?, no, no siempre se pide perdón, y por muy grave que parezca todo lo que hice, fue voluntario, pero sin pensar en las consecuencias de mis acciones. Sí, fue voluntario, y no pienso refugiarme en mi TLP para tapar el daño que hice a los demás y principalmente a mí mismo, no pienso justificarme delante de nadie, ya que no tendría sentido. A partir de ahora seguiré pasándolo mal y aguantándome las ganas de hablar con la gente que conozco, para intentar arreglar las relaciones que teníamos, y si no se arreglan, quedarán en el recuerdo, un lugar tan fantástico como el presente. Perdonar no es fácil, pero si sabes hacerlo, es sencillo, empieza por perdonarte tú lo que has vivido con la otra persona y sin darte cuenta dejaras de dar importancia a lo ocurrido, y creo que después do todo lo dicho, pedir perdón por mi parte no sería lo ideal, si se entendió lo que he escrito, será suficiente para llegado el momento en el que yo valore, si me merece la pena reanudar mi relación con alguna persona, ésta entienda de qué manera lo hago y después podremos hablar del por qué me interesa comenzar de nuevo.
Si tuviera que pedir perdón a alguien, sólo tendría que pedírselo a dos personas, las cuales son las más importantes en mi vida y esas personas son mis hijas. Hay una tercera a la cual creo que debería pedirle perdón por lo sucedido después de acabar nuestra relación, y es la madre de mis hijas, todo lo ocurrido durante la relación es un tema que deberíamos hablar sin prisa y siempre que ella quiera, ella siempre me dijo que el pasado no la interesaba, que ella vivía el presente y mirando el futuro, aunque sí hay algo que la diría y es que si durante 10 años que estuvimos juntos pensó de esa manera, tendría que reflexionar él porque me echo en cara el daño que la hice desde el primer día, creo que no está en lo cierto pero como ella decía lo que pasó, pasó.
Si sé que tengo que dar las gracias de una manera u otra, a ciertas personas que me acompañaron en los malos momentos y que no sólo estuvieron a mi lado, también les decepcioné a la hora de responderlas, dejándoles de lado sin querer hacerlo y estoy dispuesto a escuchar y a asumir mi responsabilidad sobre lo sucedido. Incluso terceras personas que terminaron cansadas de mis conductas, viendo como yo hacía daño a sus seres queridos.
También tendría que dar las gracias a mis hijas por aguantar tantas cosas que han vivido a mi lado y principalmente por vivir con mi ausencia en el entorno familiar. A su madre también por darse cuenta de los cambios en mi persona y ser más flexible y cercana a mí y por haber aguantado algunas cosas, acabada la relación.
Por todo lo que he hecho durante este tiempo, ya he pagado, ya sea con la justicia, con la familia, los amigos y con algo aun mas difícil de gestionar,  mis emociones, sobre todo la soledad y la tristeza y por encima de ellas, admitir que estoy decepcionado conmigo mismo, aunque ahora, la soledad y la impotencia de no poder avanzar más deprisa, son mi lucha diaria. 
Todo lo escrito puede confundir a alguna persona, pero sé, que esta vez, lo que he escrito está pensado, y meditadas las posibles consecuencias.
Cada vez  que miro toda mi vida, me doy cuenta que mis conductas no fueron las idóneas, pero las de los demás hacia mí  tampoco, quizás, el problema, son las expectativas que ponemos sobre los demás y al no conseguirlas o no realizar las que esperábamos, te tachan de traidor, mal amigo, mal hermano o quien seas. Simplemente frustrémonos y aguantémonos las emociones que tanto nos cuestan gestionar, estemos bien o mal de la cabeza, como se suele decir. Yo por mi parte he decidido utilizar estas conductas inadecuadas para aprender de ellas e intentar no volver a repetirlas.
Es muy difícil decidir cual es el final ideal de este escrito, ya que la aventura continua y aunque sé que no repetiré todo el daño que hice, nadie sabe qué me espera en el futuro, así que hoy si puedo pedir perdón, por lo que pueda hacer a partir de ahora, que espero no tenga que hacerlo a menudo aunque tampoco pasa nada por pedirlo siempre que lo haga siendo consciente del por qué y el cómo de esa bonita capacidad que tenemos para reconciliar  nuestras vidas.
Por cierto, mi sentido del humor, mi ironía y la capacidad de empatizar y relacionarme con los demás, sigue siendo igual o mejor aún, que durante estos 43 años de vida que llevo dejando huella allí por donde paso y a las personas que conozco

El ser humano es tan imperfecto, que nunca sabremos qué es ser perfecto y lo mejor no debemos saberlo.


lunes, 4 de septiembre de 2017

MAMÁ 22 de mayo del 2017


El 22 de enero de 1940, llegaste a este mundo,” como un altar del cielo” (Araceli). 
Comenzaste un camino, que 77 años después llego a su conclusión. En ese camino has vivido miles de cosas, buenas y malas pero todas ellas son las que han hecho de ti la persona de la que hoy todos nos despedimos, recordando cada uno de nosotros algún momento vivido junto a ti y creo no equivocarme, que ese recuerdo es especial y bonito.

Fuiste y serás una buena persona, con letras mayúsculas;  cariñosa, fiel, respetuosa, sensible, educada y sobre todo ello una buena madre y esposa.
Entregada por y para tus conocidos y no tan conocidos, pensando cómo hacer el bien, enseñando a niños de 6 años quien es dios y la religión, algo en lo que siempre has creído y has disfrutado de ello, en especial de tu virgen del valle, de cenicero.(la más bonita del mundo entero).

Hoy te estamos rindiendo homenaje tus hijos, tus nietos, tu familia y  tus amigos, un homenaje merecido y que esperamos te sirva para llegar al cielo, ese lugar que te corresponde y que tu sabias que un día llegarías a él. En el cielo te espera tu dios, para acogerte con esas manos tan dulces que tanto decían de ti al acariciarlas. También estará tu esposo, el cual después de más de 15 años deseando verte, seguro te recibirá para disfrutar de una grandiosa batalla de flores blancas y comenzar una nueva vida, llena de recuerdos y observando desde allá arriba, como los frutos de vuestra unión, siguen adelante junto con sus familias, el camino de sus vidas.

Miles de gracias de parte de los 4 y todos los demás, por ser como has sido con nosotros.
Que sigas siendo tan sensible, cariñosa, atenta, respetuosa, como lo has sido hasta ahora.


Un beso de parte de todos, en especial de tus hijos y nietos;  y descansa “que ya te lo merecías”.

martes, 27 de junio de 2017

¿Soñar para evadirnos?


En algún momento de nuestras vidas pensamos en estar en otro lugar completamente diferente al que estamos, situaciones difíciles como el trabajo, un problema familiar, o una mala racha con nuestra pareja, todo esto, nos hace sentir esa necesidad de evadirnos a otro lugar en el que descansar de ese momento que nos está afectando y complicando la vida. Generalmente pensamos en lugares paradisíacos como una isla, una playa, la montaña, una ciudad diferente o ese sitio en el que ya estuvimos de vacaciones y nos marcó de alguna manera. Conseguirlo es prácticamente imposible, aunque en ocasiones se logre con un poco de tiempo, lo que no solemos pensar es por cuánto tiempo estaríamos allí y si realmente esa es la solución, en otras ocasiones decimos eso de: “me iría a…. y no volvería jamás”, pero sería la solución también en este caso? La respuesta es NO, en el primer ejemplo, después de un tiempo de relajación volveríamos a nuestra vida cotidiana y ese asunto que tanto nos agobia seguiría ahí, y en el segundo ejemplo, el irnos para siempre tampoco acabaría bien, habríamos huido de los problemas, no habiendo aprendido a afrontarlos, y lo más difícil, quitarnos de la cabeza lo que hemos dejado atrás o a quienes hemos dejado. Ninguno de los dos casos es la solución, aunque el primero podría darnos un respiro y al volver ver las cosas de otro color.
Los problemas o situaciones adversas que no queremos en nuestra vida, realmente son tan malos? o simplemente no sabemos llevarlos de manera que no nos hagan el daño que queremos evitar.
A veces con cosas sencillas podemos evadirnos por momentos y descargar esa tensión que nos invade cada día. Parece fácil decir esto y la verdad es que no lo es, pero si aprendemos a buscar esos momentos de tranquilidad y relajarnos, seguramente podamos sentirnos mejor y más preparados para afrontar esas dificultades o problemas.
Si pensamos que pequeñas cosas nos pueden ayudar, seguro que salen muchas y que además no pensábamos que podían hacernos tanto bien. Hacer ejercicio, como: nadar, correr, montar en bicicleta, nos quitará peso de encima y nos hará sentir mejor, y hacer de ello una rutina, será una de las mejores soluciones. Otras, como realizar actividades que nos gustan, por ejemplo; manualidades, ver películas, escuchar música, leer, escribir, cocinar, pasear, etc.…, nos centrarán en esa actividad y no son tan difíciles de hacer. Hay otras cosas aun más sencillas que las hacemos a diario y no nos damos cuenta de que son beneficiosas para nuestro bienestar y que si sabemos utilizarlas nos pueden dar la clave para sentirnos mejor. Tan simple como fijarnos en un niño que juega y disfruta de su inocencia, nos puede regresar a nuestra infancia y a esos momentos que nos hacían tan felices. Pasear con nuestro perro, jugar y hablar con él, o con la mascota que podamos tener, te servirá de receptor de tus emociones y te ayudará a distraerte. Esa cafetería que te gusta, por su café o ambiente, te hace sentir cómodo en un lugar especial. Sentarte en un banco y ver a la gente como va y viene, te puede enseñar y servir de referencia para ti. Ver como las ramas de los árboles se mueven con el aire, sentir la brisa en la cara, descubrir sitios nuevos de tu entorno, o tantas cosas muy simples, que uniéndolas, pueden ayudarte a encontrar ese momento de relajación que tanto necesitas.
Queda claro que no tenemos que irnos a miles de kilómetros para sentirnos mejor ya que a la vuelta nos espera la razón por la que nos fuimos. Ciertas cosas más simples y cotidianas nos pueden ayudar a encontrarnos más receptivos para afrontar nuestros problemas.
Respira profundo y piensa que te gustaría hacer, no sueñes con cosas complicadas, sal a la calle, queda con un amigo, tu mascota, tu pareja, un lugar cercano en el que sentir el aire en tu piel, cualquier cosa que te separe por un momento de tu problema y si lo haces a diario te verás recompensado con ciertos placeres que te puede dar la vida y que no creías fuesen tan geniales.
La vida no son dos días como se suele decir, es más larga y por muy cuesta arriba que se haga, siempre hay algo que te puede ayudar a sentirte mejor y tirar hacia adelante. Sonríe de vez en cuando y que no sea forzado, que salga natural, que sientas que una simple sonrisa puede ser motivo de bienestar para ti y para quien te pueda estar mirando y quién sabe si de ese pequeño movimiento muscular, pueda surgir una experiencia interpersonal que te solucione más que un problema.
Para mí la vida es como un guión de una película, nunca sabes cuándo va a cambiar el argumento, por eso hay que estar preparado para ello y tú puedes tener diferentes salidas para volver al guión principal, mejor o peor, a tu parecer, pero único y diferente al del resto de personas que participan en tu vida.